THE WINNERYS. My Little good friend, 2007

Quiero comenzar el año ofreciendo un presente muy especial. Se trata de presentaros lo que para mi ha sido un grato descubrimiento. Hablo de “The Winnerys”, un grupo de cuatro madrileños que han sido capaces de sorprenderme a estas alturas de mi vida, cuando pensaba que ya estaba de vuelta de casi todo. Supongo que muchos de vosotros los conoceréis, (sobre todo los más modernos), pero yo no salgo de mi asombro cada vez que los escucho. Estos estupendos músicos son: Fausto Martín, encargado de cantar como los antiguos Dioses y que además toca genial la guitarra. Javier Pozo, voz y bajo perfecto. Borja Bonafuente un virtuoso guitarrista, y el excelente batería Nacho García.

El grupo tiene su origen allá por el año 1997, entonces se llamaban “The Bad Boys”, se divertían tocando en pequeños locales y garitos diversos de Madrid, hasta que en el 2003 se les presenta la oportunidad de grabar su primer L.P titulado “And the winnerys…” Un álbum excelente que marca el estilo musical que querían seguir y en el que ya demuestran su talento de sobra para tocar y componer magníficos temas. Años después en 2007 graban un segundo álbum “Daily Urban Times” este disco es pura maravilla. El espíritu sesentero y setentero de este blog está presente en todas las canciones, perfectamente ejecutadas, cuidando los detalles sonoros al máximo, no tiene desperdicio, está al nivel de los grandes maestros creadores de la historia de la música.

“My Little Good friend” es un tema en el que las guitarras acústicas y la voz de Fausto Martín suenan a un altura magistral, la melodía es excelente, pegadiza, de aires folck campestres, recuerda a las mejores composiciones de Paul Mcartney.
 A pesar de sus éxitos en Estados Unidos y Europa, al parecer en España no tuvieron el mismo reconocimiento. The Winnerys desaparecen sorprendentemente nada más finalizar la grabación de este álbum, por lo que he leído, no existe una explicación clara a este hecho, pero lo cierto es que su legado vale la pena conservarlo como oro en paño.
Tal vez dentro de unas décadas se vuelva a destapar el frasco de las esencias, y reciban entonces el reconocimiento que se merecen.